Las leyes de derechos de autor existen para proteger los derechos del autor y el publicador, pero también para balancear dicha protección con el acceso y la innovación. En 1999, dos jóvenes crearon Napster, un programa de compartimiento de archivos. Durante el primer año, su servicio pasó los 20 millones de usuarios. Muchos de los usuarios de Napster compartían archivos musicales entre ellos, pero sin ninguna compensación a los artistas y productores que habían hecho la música, desatando una serie de batallas legales sobre los derechos del autor y distribución. En el 2001, un panel de apelación sostuvo una resolución previa que declaró que Napster violó las leyes de derechos de autor, diciendo, “Copias sin autorización repetidas y de explotación fueron hechas para ahorrar el gasto de comprar copias autorizadas.”
Los artistas estaban divididos en cuanto a los beneficios y daños de Napster. Más de 70 artistas formaron “Artistas en contra de la Piratería” en coalición con grandes empresas de música para combatir la piratería que ocurría en Napster y otros servicios PTP de internet. En contraste, algunos artistas reconocidos como Neil Young vieron la piratería como el “nuevo radio” y aplaudieron el potencial para llegar a audiencias más grandes y ventas por el aumento en popularidad. Viendo tanto los beneficios como los daños de la piratería, la cantante Norah Jones dijo, “Si las personas lo escuchan estoy feliz… es genial que los jóvenes que no tienen mucho dinero puedan escuchar música y ser expuestos a cosas nuevas…Pero también entiendo que no es lo ideal para la industria musical y muchos artistas jóvenes que no van a ganar nada de dinero de sus álbumes, pero por lo menos pueden salir de tour.”
Aunque veredictos de la corte forzaron a Napster a terminar su negocio de compartir archivos, la innovación de Napster inspiró a servicios basados en pagos, como iTunes, Pandora, y muchos otros. Y aun así, la disponibilidad de este tipo de servicios no ha puesto fin al debate sobre la compensación del artista con música digital , como fue visto por la carta abierta de Taylor Swift a Apple en el 2015. Los álbumes de Swift, junto con la música de muchos otros artistas, podrían ser escuchados gratis por los clientes nuevos de Apple Music por sus primeros tres meses de servicio sin ninguna compensación para los artistas. A través de una carta pública, Swift dijo, “No estoy segura si saben que Apple Music no les va pagar a los escritores, productores, o artistas por esos tres meses. Me parece sorprendente, decepcionante y totalmente opuesto a lo que representa históricamente esta empresa generosa y progresista.” Dentro de unas horas, Apple respondió cambiando los términos de su acuerdo para compensar a los artistas mediante una tarifa reducida.