Escrito y narrado por:
Robert Prentice, J.D.
Business, Government & Society Department
McCombs School of Business
The University of Texas at Austin
Ser conscientes de que un problema presenta una dimensión moral, es el paso 1 en Ser tu mejor Yo. El Paso 2 es la Toma de Decisiones Morales que implica la capacidad de decidir cuál es el curso correcto de acción una vez que hemos visto la cuestión ética moral. A veces esto puede ser muy difícil, ya que diferentes opciones pueden parecer moralmente defendibles (o, tal vez, no haya opciones que parezcan moralmente aceptables). A veces las personas se enfrentan a decisiones éticas difíciles, y no debemos de criticar demasiado a quienes hayan tomado una decisión de buena fe que creían que era correcta y resultó ser equivocada. Sin embargo, la mayoría de los delitos de cuello blanco, como la sobrefacturación, la manipulación de cifras en las ganancias, el uso de información privilegiada, el pago de sobornos, ocultar ingresos a Hacienda, y la mayoría de las actividades que llevan a las personas a terminar en la nota roja de los periódicos, no presentan problemas éticos difíciles de identificar. Es evidente que están mal. El problema no es que no hayamos leído lo suficiente a Kant o a John Stuart Mill.
Más comúnmente, el problema es, que no estamos conscientes de las influencias psicológicas, organizacionales y sociales que pueden causar que no elijamos las mejores opciones éticas. Nuestra toma de decisiones éticas, a menudo es automática e instintiva. Involucra emociones, no razonamiento. Cuando pensamos que estamos razonando sobre una cuestión ética, la evidencia demuestra que por lo general, en realidad estamos simplemente racionalizando una decisión ya tomada por las partes emocionales de nuestro cerebro.
El sistema intuitivo de nuestro cerebro a menudo lo hace bien, aunque no siempre. Por lo tanto, no debemos ignorar nuestros sentimientos viscerales cuando nos dicen que estamos a punto de hacer algo malo. Pero, nuestra intuición no siempre elige el camino ético. Una razón importante por la que la parte intuitiva / emocional de nuestro cerebro se equivoca, es el sesgo del auto-servicio, que a menudo nos lleva a inconscientemente tomar decisiones que son injustificables ante la observación objetiva de terceras personas.
Como un simple ejemplo, en una encuesta del U.S. News & World Report, se le preguntó a algunas personas: “Si alguien lo demanda y usted gana el caso, ¿la otra persona debería de pagar sus gastos legales?” El ochenta y cinco por ciento de los encuestados consideró que sí sería justo. La revista preguntó a los otros: “Si usted demanda a alguien y pierde el caso, ¿debe usted pagar los costos de quien ganó?” Ahora, sólo el 44% de los encuestados estuvo de acuerdo, lo cual ilustra cómo nuestro sentido de la justicia es fácilmente influenciado por el interés propio. Si no tenemos cuidado, no nos daremos cuenta de cómo el sesgo egoísta influye en nuestras decisiones éticas. Autores como Bronson y Merryman demostraron que “[s]i eres un fanático de los Medias Rojas, cuando veas uno de sus partidos, estarás utilizando una región diferente del cerebro para juzgar si un corredor logrará anotar, a la que utilizarías si estuvieras viendo un partido entre dos equipos que no te interesan”. ¿Cómo podemos combatir el sesgo egoísta?
Existe alguna evidencia experimental de que si sabemos sobre el sesgo de auto-servicio, podemos armarnos contra él y minimizar sus efectos. Por eso, no debemos centrarnos sólo en ser objetivos, sino en hacer lo que sea necesario para asegurarnos de que a juicio de los demás, sí estemos siendo objetivos. De forma natural, vamos a juzgar nuestras propias decisiones con empatía, pero sabemos que los demás no necesariamente lo harán. Así que si hacemos lo que se necesita para lograr que otros con visión objetiva, confíen en nuestros juicios, deberemos recorrer un largo camino para impedir los efectos del sesgo de auto-servicio.
También debemos prestar especial atención al código de ética de nuestra profesión y al código de conducta ética de la empresa en la que trabajamos, ya que tales normas han sido pensadas, principalmente, para minimizar los conflictos de interés y su impacto inconsciente en nuestra toma de decisiones. El sesgo de auto-servicio está lejos de ser el único factor psicológico u organizacional que nos lleve a tomar una mala decisión ética, pero sin duda es uno muy importante!