Written and Narrated by
Robert Prentice, J.D.
Business, Government & Society Department
McCombs School of Business
The University of Texas at Austin
El “sesgo implícito” existe cuando inconscientemente tenemos actitudes hacia otras personas o asociamos estereotipos con ellos. Por ejemplo, frecuentemente tenemos estereotipos de otras personas sin darnos cuenta conscientemente de que los tenemos.
El sesgo implícito, también llamado “sesgo inconsciente” o “cognición social implícita”, es un prejuicio que está muy arraigado en el cerebro, bajo el nivel de conciencia. Algunos estudios han demostrado el sesgo implícito hacia grupos raciales, de género, LGBTQ, y otros grupos marginalizados. Podemos incluso tener prejuicios hacia nuestro propio grupo, aunque tendemos a favorecer a nuestro grupo de pertenencia con estereotipos positivos y desfavorecer a los grupos de no-pertenencia con estereotipos negativos.
El sesgo implícito a menudo ocurre en contra de las creencias conscientes y expresadas de las personas. Pocos médicos apoyan puntos de vista racialmente discriminatorios, pero los doctores tienden a recomendar menos medicamentos para el dolor a los pacientes negros que a los pacientes blancos con heridas idénticas. En otras palabras, la gente puede ser explícitamente imparcial, pero implícitamente parcial, según el psicólogo Daniel Kelly y sus colegas.
El sesgo implícito ha sido encontrado en una gran variedad de estudios que usan varias pruebas, pero mucha de la evidencia del fenómeno viene de la página web del Proyecto Implícito (Proyect Implicit) de la Universidad Harvard, la cual alberga la Prueba de Sesgo Implícito (Implicit Association Test), llamado IAT por sus siglas en inglés. Literalmente millones de personas han visitado este sitio y han tomado varias pruebas que les piden que respondan rápidamente a preguntas que requieren que asocien a personas negras o blancas, hombres o mujeres, jóvenes o viejos, etc. con palabras positivas o negativas. El profesor Nosek y sus colegas probaron a más de 700.000 sujetos y encontraron que más del 70% de los sujetos blancos asociaron más fácilmente las caras blancas con palabras positivas y las caras negras con palabras negativas, concluyendo que esta es evidencia de sesgo racial implícito. De hecho, evidencia adicional indica que las medidas de sesgo implícito predicen la conducta de las personas mejor que las medidas de sesgo explícito.
Aquí hay algunas buenas noticias. Varios científicos han criticado al IAT. Ellos señalan, por ejemplo, que los individuos que toman la prueba en diferentes fechas a menudo obtienen calificaciones sustancialmente diferentes. Aun los partidarios del IAT admiten que el sesgo implícito, al menos como es demostrado por la prueba, es generalizado pero relativamente menor y tiene solo un pequeño impacto en las acciones reales de las personas. En otras palabras, los resultados de la prueba no son suficientemente fuertes para predecir comportamientos particulares de personas individuales.
Sin embargo, no nos pongamos muy cómodos. Aun si el IAT no puede predecir la conducta futura de un individuo en alguna ocasión específica, sí puede indicar cómo los grupos de personas actuarán en promedio, y eso sí es preocupante.
Por ejemplo, pocas personas abogan abiertamente a favor de la discriminación en las contrataciones de empleados, pero los solicitantes blancos reciben 50% más respuestas de empleadores potenciales que los solicitantes negros con el mismo currículum. De igual manera, es sustancialmente más probable que los profesores de universidad respondan a los correos electrónicos de estudiantes si los nombres de los estudiantes indican que probablemente son blancos, que si los nombres suenan como que pertenecen a estudiantes negros. Y en un estudio se encontró que era 94% más probable que los instructores de cursos en línea respondieran a los aportes de discusión de estudiantes que son hombres blancos que los de otros estudiantes.
Ya que el sesgo implícito opera primordialmente a un nivel inconsciente, es difícil de superar. Ningún régimen de entrenamiento ha probado ser particularmente efectivo para eliminar el sesgo del sesgo implícito. Pero, afortunadamente, algunas investigaciones muestran que los estereotipos pueden ser olvidados y que se pueden colocar salvaguardias para minimizar su impacto. Por ejemplo, las mujeres solían componer solo un porcentaje relativamente pequeño de los músicos en las orquestas. Pero cuando las orquestas empezaron a tener audiciones ciegas donde los solicitantes tocaban detrás de una cortina y su género era desconocido a los jueces, el porcentaje de mujeres seleccionadas para tocar en las orquestas sinfónicas se duplicó.
Quizás podemos reducir el sesgo implícito después de todo.
Bibliografía
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