Escrito y narrado por:
Robert Prentice, J.D.
Business, Government & Society Department
McCombs School of Business
The University of Texas at Austin
Aún considerando el hecho de que ya eres capaz de identificar las cuestiones éticas de un asunto, seleccionar correctamente una opción ética defendible, y además tienes el deseo de hacer lo correcto, tú todavía pudieras ser incapaz de traducir todo eso en una Acción Moral. La profesora Hannah y sus colegas, argumentan que se necesitan tres cosas para convertir la intención moral, en una acción moral, y esas son: la propiedad o autoría moral, la eficacia moral y la valentía moral. Afortunadamente, las enseñanzas de la ética del comportamiento pueden reforzar las tres.
Asumimos la propiedad o autoría moral cuando experimentamos un sentido de responsabilidad psicológica sobre el aspecto ético de nuestras propias acciones y de los que nos rodean. Para establecer la propiedad moral, tenemos que luchar contra las fuerzas que causan la ceguera ética y la miopía moral. Todos los consejos sobre el comportamiento que se han dado en otros videos, de cómo podemos evitar la pérdida de la ética, tomar decisiones éticas, y asegurar el objetivo de nuestra intención moral, nos debe ayudar a aumentar nuestro sentido de propiedad o autoría moral.
La eficacia moral es la confianza en nuestra capacidad de actuar de forma ética y de animar a otros a hacerlo, cuando enfrentamos la adversidad moral. A menudo las personas tienen en la mente el deseo hacer lo correcto, pero simplemente no se sienten capaces de resistir todas las fuerzas de autoridad, conformidad y cosas similares, que pueden hacer que sea difícil lograrlo. Pero debemos recordar lo que se ha llamado el “poder de uno solo”. Aunque es natural que nos sintamos aislados y solos en esto (de ahí que pensemos que no podemos causar un impacto), la evidencia muestra que a menudo una sola persona, común y corriente, puede hacer la diferencia. Nuestros jefes y compañeros de trabajo pueden simplemente estar viendo las cosas de manera incorrecta y, si se les da un par de buenas razones para cambiar de opinión, lo harían. Y esa capacidad de persuadir, puede crear una sensación de eficacia moral. A veces, otros no tienen el coraje de liderar, pero tendrían el coraje de seguir.
María Gentile leyó más de mil ensayos de los solicitantes a la Maestría en Administración de Negocios de la Universidad de Columbia (Columbia University MBA) a quienes se les había pedido explicar si en su vida profesional se les había pedido hacer algo que los hubiera hecho sentir éticamente incómodos y cómo lo habían resuelto. Casi todos los aspirantes habían enfrentado una situación ética compleja. Un poco más de la mitad, sólo hicieron lo que se les había pedido que hicieran, a pesar de que a ellos les parecía mal. Ellos creyeron no tener otra opción. Alrededor de un diez por ciento, tuvo el coraje de renunciar en vez de quedarse atrapado en una cultura no ética. Del resto, un pequeño grupo trató de hacer lo correcto y falló, pero la mayoría trató de hacer lo correcto y ¡lo consiguió! Se dieron cuenta de que si armaban un caso contundente defendiendo su postura ética, a menudo le ganaban a sus jefes y compa-ñeros de trabajo.
Por último, la valentía moral es necesaria para traducir las decisiones morales en acciones morales. El especialista en ética Rushworth Kidder define la valentía moral como “el compromiso con los principios morales, la conciencia de los posibles riesgos al apoyar estos principios, y una resistencia dispuesta a enfrentar esos riesgos”. Podemos querer hacer lo correcto, y ser demasiado tímidos para oponernos a nuestros superiores o compañeros. O tal vez nos falta la valentía de arriesgarnos a perder nuestro trabajo. ¿Cómo podemos lograr tener valentía moral?
La profesora Gentile recomienda que, en primer lugar, todos debemos tener nuestro ahorro y evitar “vivir al día” con lo que ganamos. Obviamente será más fácil para nosotros tener el valor de hacer lo correcto cuando tenemos dinero para pagar los gastos de subsistencia mientras buscamos otro trabajo, que si le debemos dinero a todo mundo.
En segundo lugar, Gentile recomienda que deberíamos visualizar y aceptar el hecho de que parte de nuestra trayectoria profesional muy probablemente involucrará enfrentar dilemas éticos que nos exigirán hacer sacrificios con el fin de tener el tipo de carrera, y en consecuencia el tipo de vida, de la cual estemos orgullosos. Al anticipar o considerar como la norma la idea de que tal vez tengamos que asumir riesgos que amenacen nuestra carrera para poder preservar nuestra integridad, ampliaremos nuestra visión de lo que somos capaces de hacer. Podemos, de hecho, hacer lo que sea necesario, para ser la mejor versión de nosotros mismos.