Escrito y narrado por:
Robert Prentice, J.D.
Business, Government & Society Department
McCombs School of Business
The University of Texas at Austin
La Intención Moral es el tercer paso para Ser tu mejor Yo. La mayoría de la gente quiere pensar que es buena gente, pero también desea los beneficios que pudieran venir al actuar de forma poco ética. Por lo tanto, la evidencia empírica sustancial indica que la mayoría de la gente la mayor parte del tiempo, miente un poco y hace un poco de trampa. Como el psicólogo Dan Ariely señala, tenemos la tendencia a mentir y engañar, pero sólo hasta el punto que nos permita mantener nuestra imagen de nosotros mismos como individuos razonablemente honestos. La capacidad humana para racionalizar es quizás el factor más importante que permite a la gente buena darse permiso de hacer cosas malas.
Por lo tanto, una de las mejores cosas que podemos hacer para conservar nuestra buena intención moral, es monitorear nuestras propias racionalizaciones. Los profesores Anand, Ashforth y Joshi estudiaron las racionalizaciones más comunes y las colocaron en seis categorías.
La primera categoría, es la negación de la responsabilidad, por la cual hacemos conscientemente algo poco ético, pero elegimos hacerlo de todos modos, ya que podemos trasladar la responsabilidad a otra persona, lo que mitiga sustancialmente nuestros sentí-mientos de culpa. Así que si te encuentras diciendo – “Yo sé que esto está mal, pero mi jefe me ha ordenado hacerlo.” – Una alarma debería sonar en tu cabeza que te advierta que estás a punto de salirte de los caminos de la ética.
La segunda categoría es la negación del daño, en la que conscientemente elegimos hacer algo malo porque suponemos que el daño involucrado es leve, lo que hace que no parezca tan malo. Así que, si te encuentras diciendo – “Yo sé que esto está mal, pero los accionistas han diversificado tanto las carteras, que nadie saldrá realmente herido por una pequeña mentira o un poco de gestión de los ingresos.” ¡La campana de alarma debe sonar de nuevo!
La tercera categoría es la negación de víctimas, cuando elegimos hacer algo malo porque los errores que le atribuimos a la víctima, hace que nos parezca que la víctima merece el daño [por lo que entonces no hay víctima para nosotros].
La cuarta categoría es la comparación social donde conscientemente elegimos hacer algo malo, pero al comparar nuestras malas acciones con las de las personas que hacen incluso cosas peores, podemos hacernos ver casi como héroes… al menos ante nuestros propios ojos. Así que, si te encuentras diciendo: “Yo sé que esto está mal, pero mis competidores hacen cosas que son mucho peores”, entonces debes darte cuenta de que estás a punto de cometer un gran error.
La quinta categoría es la apelación a lealtades más altas, donde conscientemente hacemos algo mal, pero justificamos hacerlo sólo por esta vez mediante la elevación de la lealtad a nuestra empresa o a nuestra familia hacia una posición preeminente. Así que, si te encuentras diciendo: “Sé que esto está mal, pero mi empresa necesita ayuda” O, “Yo sé que esto está mal, pero tengo una familia que alimentar”, es momento de recapacitar.
La sexta y última, según la categorización de Anand y sus colegas, es la metáfora del balance. Aquí hacemos algo que sabemos que está mal, pero concluimos que está justificada en este caso, por nuestra percepción de maltrato por parte de la víctima.
Esto no agota las categorías de racionalizaciones, por supuesto. Pero si vas a practicar el seguimiento de tus propias racionalizaciones y vas a hablar de tus decisiones difíciles con una persona de confianza que te pueda aconsejar, aumentarás tus posibilidades de llevar una vida honorable, preservando tu intención moral. Será menos probable que te des a ti mismo una “dispensa” ética si suena la campana de alarma en tu cabeza cuando te escuches decir una racionalización.