En junio de 2012 Jerry Sandusky fue declarado culpable de 45 cargos de abuso sexual de 10 niños jóvenes. Fue sentenciado de 30 a 60 años en la cárcel. Sandusky era entrenador asistente para el equipo de futbol americano de la Universidad Estatal de Pennsylvania (comúnmente abreviado a Penn State en inglés). El arresto de Sandusky y su subsecuente convicción sacudió el mundo de los deportes universitarios particularmente por la severidad de sus crímenes y la manera en que quienes lo rodeaban facilitaron sus crímenes. Además de Sandusky, la investigación comenzó a sugerir varias preguntas, como hasta qué punto sabían los administradores de la universidad o el entrenador principal Joe Paterno de la actividad criminal de Sandusky, y si la estaban encubriendo o no.
Paterno es el entrenador más victorioso en la historia del futbol americano en la Asociación Nacional Atlética Universitaria (NCAA por sus siglas en inglés). Era muy querido por los fanáticos de Penn State, los estudiantes y los exalumnos. Aunque lo que hizo Sandusky es claramente condenable, muchos simpatizantes no querían ver el legado de Paterno manchado. Paterno falleció de cáncer del pulmón a la edad de 85 en enero de 2012, antes de que empezara el juicio de Sandusky. Antes de su fallecimiento, en su última entrevista, Paterno describió un incidente con Sandusky: “el asistente de posgrado Mike McQuery dijo a Paterno que había visto a Sandusky en una posición indecente con un niño en la ducha del vestuario del gimnasio en 2001. Paterno dijo que no sabía qué hacer en esa situación. Dijo, “quería estar seguro de lo que hacía. De allí llamé a mis superiores y dije ‘Oiga que tengo un problema, creo. ¿Podrían investigarlo?’ Porque yo no… sabes… nunca había enfrentado una cosa así. No me sentía adecuado.” Al preguntarle si sabía de una investigación por la policía en las actividades de Sandusky, Paterno respondió, “nunca supe nada.”
Una investigación en las actividades de Penn State a cerca de las actividades de Sandusky encontró que los líderes de la universidad mostraron “una total y consistente desconsideración” para las víctimas y encubrieron las acciones de este predador de abuso sexual desde 1998. La investigación nombró Paterno, al rector Graham Spanier, vicepresidente del consejo de finanzas y negocios de la universidad Gary Schultz, y el director atlético Tim Curley. En una denuncia distinta en 2017 contra Penn State, el testimonio de una víctima de Sandusky indicó que Paterno sabía del abuso desde 1976. Aunque la universidad llegó a un acuerdo con esta víctima, la evidencia nunca fue verificada del todo. El rector de Penn State Eric Barron dijo, “es importante que reiteramos que el alegado conocimiento de los exempleados de Penn State de los abusos no ha sido comprobado, y debe ser reconocido como tal. Algunos individuos rechazan las acusaciones, y otros ya no son capaces de defenderse de ellas.”
Aunque el papel exacto que jugó Paterno en el encubrimiento de las acciones de Sandusky sigue siendo un tema controvertido, muchos de los simpatizantes de Paterno y su familia quieren recuperar su buen nombre. Jay Paterno, su hijo, se juntó a la junta directiva de Penn State en parte para defender el legado de su padre. Dijo que “en algún momento la administración tiene que admitir que erró,” añadió que “el hecho de que mi padre no supiera quién era Jerry, no debería ser su última codena.” Aunque Penn State retiró la estatua de Paterno del campus en 2012, todavía conmemoró el 50° aniversario de su primer partido como entrenador con una celebración en 2016.
Algunos estudiantes siguen en desacuerdo con la continuación de la conmemoración de Paterno. En un editorial en el periódico universitario, el cual reflejaba la opinión de muchos de los editores, la estudiante Lauren Davis escribió que la universidad “necesitaba un baldazo de realidad” después anunciar la conmemoración en 2016. Escribió que “este es nuestro Penn State. Es un Penn State sin Joe Paterno.” Añadió, “los que todavía estamos acá sentimos más que listos para seguir adelante.” Davis recibió cientos de correos electrónicos, sobre todo negativos, y muchos escritos por exalumnos. La llamaron idiota, ‘una traidora tramposa inútil’, y hasta peor. Una persona le escribió, “Espero que Dios te pueda perdonar tus acciones, yo ni muerto te perdono.”
Penn State reportó que, ya en enero 2018, la universidad ha pagado más de $109 millones en acuerdos a las víctimas de Sandusky. En 2017 Spanier, Curley y Schultz fueron sentenciados a codenas variadas de cárcel, libertad condicional y multas. Mientras que los debates sobre el legado de Paterno siguen vivos en Penn State, muchas de las víctimas y sus simpatizantes creen que el debate continuo no ayuda a curar sus traumas. Alycia Chambers, una psicóloga que escribió un reportaje en 1998 sobre Sandusky que fue ignorado por la policía, recién dijo que “todo esto es más que dañino para las víctimas… la gente se preocupa demasiado con la reputación de un hombre fallecido y no en lo que es vivir como víctimas del abuso sexual de menores de edad.” Agrega que “El era un ser humano. Tuvo un espíritu generoso. Hizo muchas cosas buenas… Pero era un ser humano, no un santo.” En una declaración antes de ser despedido en 2011, Paterno dijo “esta es una tragedia. Es una de las más grandes tristezas de mi vida. Si pudiera volver en el tiempo, como quisiera poder haber hecho más.”