En 2009 un brote de salmonela se extendió por los EE. UU. Más de 700 personas cayeron enfermas 46 estados distintos; nuevas personas murieron. A la raíz del desastre estaban unos cacahuates contaminadas que venía de la Corporación Americana de Cacahuates (Peanut Corporation of America o PCA por sus siglas en inglés). Los cacahuates de la PCA son usados en una variedad de productos de muchas empresas que incluyen Kellogg, Sara Lee y Little Debbie, entre otras. El FBI y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) abrieron una investigación en el caso que condujo a la imputación de cuatros oficiales de la PCA.
Los abogados defensores para Stewart Parnell, el dueño y presidente de la PCA, argumentaron que Parnell no sabía la mala gestión en la planta de embalaje que resultó en la contaminación. Insistieron que la culpa quedaba con otros empleados de la empresa. Los ejecutivos mantuvieron que los inspectores de la FDA habían visitado la planta y certificaron las condiciones.
La evidencia presentada en las investigaciones cuenta otra historia. Los investigadores federales encontraron agua estancada, condiciones insalubres, cucarachas y la presencia de roedores en la planta, todo los que pueden provocar el crecimiento de la salmonela. La salmonela fue detectada en algunos productos en varias ocaciones desde 2003. Los registros de inspecciones y los correos electrónicos muestran que algunos productos que habían sido probados, y que salieron positivos para la contaminación de salmonela, fueron mandados a clientes a pesar de estar contaminados. Algunos productos que no habían sido sometidos a pruebas de inspección fueron mandados con resultados del laboratorio falsificados. Según uno de los testimonios del tribunal, una vez se había advertido a Parnell que los resultados de las pruebas para la salmonela no iban a estar listas y que un de los cargamentos se demorará. Parnell respondió en el correo electrónico, “Mándalo ya, no puedo arriesgar perder otro cliente.” Según otro testimonial, Parnell mandó un correo electrónico a sus empleados quejándose de más de 1.300 libras de productos que sobraban del empacado del cargamento. En el correo electrónico se quejaba de la “desperdicia” y regañaba a los empleados, “¡ES… DINERO QUE YA NO TENEMOS DEBIDO AL MUCHISIMO TIEMPO QUE HE PERMITIDO QUE tú, tú y tu equipo y todos los de allí de abajo DEJEN QUE PASE ESTO!”
Al hablar del caso, el Juez W. Louis Sands dijo, “estos actos fueron motivados simplemente por el deseo de obtener más ganancias y proteger los beneficios no obstante los riesgos asociados que bien se conocían. Es algo común y corriente llamar a este tipo de comportamiento ‘la avaricia’.”
En 2014 Stewart Parnell y su hermano y negociante principal Michael Parnell fueron declarados culpables bajo 71 distintos cargos criminales federales que incluían la conspiración y el fraude, entre otros. En 2017 Stewart Parnell fue sentenciado a 28 años en la cárcel, la sentencia más severa de la historia en un caso de seguridad alimentaria. Michael Parnell fue sentenciado a 20 años de cárcel y la gerente de aseguramiento de calidad Mary Wilkinson fue sentenciada a cinco años en la cárcel.