En 2014 el supermercado británico Tesco controlaba aproximadamente 29 por ciento del mercado alimentario, con más de 3.500 supermercados y 310.000 empleados. Tesco era la mayor cadena de supermercados en Inglaterra y la tercera minorista por volumen de venta en el todo el mundo. Por con grandes mudanzas en la industria, en la gerencia de la empresa, y una competición creciente de sus rivales y otras cadenas de mercados de descuentos, Tesco experimentó una reducción en ventas. De 2013 a 2014 la empresa vio caer el valor de sus acciones por más de 50 por ciento. Ya en octubre de 2014 el presidente de la junta directiva Richard Broadbent declaró su renuncia del puesto.
La renuncia de Broadbent vino después de una investigación interna sobre la declaración de ingresos por la empresa. Tesco declaró que había sobreestimado sus ganancias por £263 millones (aproximadamente $423 millones en aquel entonces), de los cuales £118 millones salieron en la declaración semestral de la primera mitad de 2014 y los £145 millones de los dos años anteriores. La empresa insistió que la discrepancia resultó de haber registrado los ingresos de los abastecedores con demasiada antelación. Se le pidieron a varios otros ejecutivos que se renunciaran, y la Oficina de Fraudes Graves (‘Serious Fraud Office o SFO por sus siglas en inglés) en Inglaterra pronto inició una investigación criminal sobre las irregularidades en las cuentas. El regulador de finanzas del estado, la Autoridad de Conducta Financiera de Inglaterra, también lanzo una investigación.
El director financiero Carl Rogberg, director gerencial Chris Bush y director de alimentación comercial John Scouler fueron acusados de fraude por abuso de poder y de declarar cuentas fraudulentas. Según el fiscal Sasha Wass, los tres ejecutivos “motivaron la manipulación de ingresos y además presionaban a quienes trabajaban bajo su supervisión de comportarse de tal manera que engañara la bolsa nacional.” Wass añadió, “cada de los tres demandados abusaron su autoridad como gerente y activamente incentivaban a sus empleados a falsificar las cuentas.”
Amit Soni, un alertador en el caso y contador principal de Tesco dijo que había alertado a la gerencia principal de errores en las declaraciones de ganancias en 2014. Reportó que a los equipos de contabilidad les mandaron ‘adelantar un poco’ los futuros ingresos de los abastecedores y registrar los ingresos en las cuentas corrientes antes de que los ganases de verdad. Esto creó un hueco creciente entre el presupuesto y el verdadero rendimiento de la empresa. Soni dijo que su equipo “se quebró” bajo la presión, y añadió que, “llegaba hasta un punto en que hasta [mi equipo] podía ver que no mojará en el futuro.”
En 2017 Tesco llegó a un acuerdo extrajudicial con la SFO para evitar los cargos criminales y en su lugar entró en un acuerdo fiscal y tuvo que pagar £129 millones (aproximadamente $162 en aquel entonces). En 2018 Rogberg sufrió un infarto, y Bush, Scouler y la corte de audiencia optaron por abandonar el caso. La SFO mantiene abierta la opción de perseguir de nuevo los cargos.
En respuesta al acuerdo entre Tesco y la SFO, el director ejecutivo Dave Lewis dijo que, “durante los últimos dos años y medio, nos hemos cooperado totalmente con esta investigación sobre las antiguas prácticas de registrar las cuentas, y a la vez hemos transformado por completo nuestra empresa. Sinceramente lamentamos lo ocurrido del 2014 y estamos dedicados a hacer todo lo que podemos para continuar a restaurar la confianza en nuestro negocio y nuestra marca.”