La desconexión moral describe los procesos que utilizamos para convencernos, sin cambiar nuestros estándares morales, de que nuestras acciones que violan esos estándares son permisibles. El psicólogo Albert Bandura definió cuatro categorías de mecanismos que utilizamos comúnmente para desconectarnos de nuestras responsabilidades morales.
Conductual
Nos convencemos de que el comportamiento dañino es un buen comportamiento utilizando justificaciones morales, sociales o económicas. Por ejemplo, utilizamos una justificación moral: «Mi dios exige que mate a los paganos» (moral); o una justificación social: «La inmigración amenaza la cultura de nuestra nación» (social); o una justificación económica: «Los directores ejecutivos ganan todo el dinero» (económica).
También podemos disfrazar nuestros actos dañinos utilizando un lenguaje eufemístico, como llamar a los ciudadanos inocentes «daños colaterales» en la guerra. O podemos justificar nuestros actos dañinos utilizando comparaciones ventajosas como, «Mi producto mata a personas, pero no a tantas como los cigarrillos».
Agencia
Nos desvinculamos moralmente cuando desplazamos nuestra responsabilidad moral o la difundimos. Responsabilizamos a otra persona o a un grupo de personas por nuestras transgresiones. Por ejemplo, utilizamos el desplazamiento: “Las estúpidas normas ambientales nos obligaron a ocultar nuestras violaciones”; o la difusión: “No fue idea mía… Todos dijimos que estaba bien”.
Efectos
Cuando ignoramos, distorsionamos o negamos los efectos de nuestras acciones, también estamos practicando la desconexión moral. Por ejemplo, ignoramos: “Mira toda la información que obtuvimos al torturarlo”; o distorsionamos: “No me importa lo que digan las estadísticas, salvamos puestos de trabajo”; o negamos: “Un poco de bromas sexuales nunca le hizo daño a nadie”.
Víctima
Cuando deshumanizamos o culpamos a la víctima, en lugar de centrarnos en nuestro propio comportamiento, también estamos practicando la desconexión moral. Por ejemplo, deshumanizamos: “Nuestros enemigos no son más que animales”; o culpamos: “Ese tipo era tan tonto que merecía que lo estafaran”.
Las investigaciones muestran que las personas con una fuerte identidad moral o una mayor empatía tienen menos probabilidades de utilizar estas técnicas para justificar el daño. Pero muchas personas han utilizado la desconexión moral para justificar grandes injusticias morales, como el fraude, la tortura y el asesinato. Por lo tanto, independientemente del impacto, todos debemos cuidarnos del atractivo sutil de las desconexiones morales.