La deontología es una teoría ética que emplea reglas para distinguir el bien del mal. La deontología se asocia con el filósofo Emanuel Kant. Kant propone que las acciones éticas siguen reglas morales universales, como “No mientas. No robes. No hagas trampa.”
La deontología es fácil de aplicar. Solo requiere que las personas sigan las reglas y cumplan con sus obligaciones. Esta teoría suele aplicarse fácilmente con nuestra tendencia e intuición natural sobre lo que es ético o no.
A diferencia del consecuencialismo, en que se juzgan las acciones a base de sus resultados que producen, la deontología no requiere tomar en cuenta los costos ni los beneficios de alguna situación. De esta manera se evitan cuestiones de subjetividad y incertidumbre porque lo único que uno tiene que hacer es seguir las reglas.
A pesar de sus ventajas, acatarse rígidamente a la deontología puede producir resultados que mucha gente ve como inaceptables. Por ejemplo, imagina que eres un ingeniero de sistemas y que te das cuenta que un misil nuclear se va lanzar, provocando una posible guerra. Puedes hackear la red y cancelar el lanzamiento del misil, pero estarías actuando en contra del código de ética profesional al hacerlo sin autorización. Además, implicaría mentir y hacer trampa. La deontología te obligaría a no violar esta regla. No obstante, al dejar que el misil se lance, miles de personas morirían.
Entonces, seguir las reglas hace que la deontología sea fácil de aplicar, pero también significa no tomar en cuenta las consecuencias de nuestras acciones.