En el otoño del 2015, grupos estudiantiles en los campus de la Universidad de Missouri y Yale organizaron protestas siguiendo una serie de ofensas racialmente motivadas que muchos estudiantes vieron como parte de un clima hostil e inseguro para estudiantes de color, particularmente estudiantes Afroamericanos. Las ofensas en contra de estos estudiantes incluyeron abuso físico, verbal, y emocional.
En la universidad de Yale, administradores mandaron un correo electrónico a los estudiantes ofreciendo consejos sobre qué tipos de disfraces evitar para Halloween, particularmente disfraces que podrían ser racialmente insensibles, incluyendo “cara pintada de negro” y tocados indígenas. Surgió controversia cuando Erika Christakis, una profesora blanca de educación y asociada de uno de los colegios residenciales de la universidad, mandó un correo a sus estudiantes oponiéndose a el correo previo de los administradores que pedían sensibilidad a temas raciales. Christakis se opuso a lo que ella describió como un “ejercicio institucional de control implícito de los estudiantes universitarios,” preguntando, “¿acaso ya no hay lugar para que las gente joven pueda actuar de manera inapropiada o provocativa, e inclusive ofensiva?” Mucho estudiantes, respondiendo a estas declaraciones, firmaron una carta abierta a Christakis. En esta carta ellos dijeron, “No estamos pidiendo que se nos mimados o consentidos… [Nosotros] simplemente pedimos que nuestra presencia no sea ignorada o minimizada en campus. Esto es para pedir que se nos otorgue un mínimo de respeto hacia nuestra cultura y sobrevivencia.” Durante una protesta, un estudiante confrontó al marido de Christakis, Nicholas Christakis, un profesor de Yale y maestro de uno de los colegios residenciales. Al oponerse, los estudiantes le pidieron que resignara su posición como maestro ya que su trabajo “no solo concierne crear un espacio intelectual … [pero] crear un hogar en campus.”
En Missouri, administradores universitarios fueron criticados por su respuesta lenta e ineficaz a las tensiones raciales en campus. Después de que Payton Head, un estudiante Afroamericano y presidente de la Asociación Estudiantil de Missouri, fue acosado racialmente, el canciller de la universidad, R. Bowen Loftin, no respondió al ataque hasta casi una semana después. Después de este y otros incidentes, estudiantes organizaron protestas y demostraciones. Las tensiones incrementaron cuando alguien usó excrementos para hacer una esvástica en el baño comunal de las residencias universitarias. Este incidente de vandalismo, y la respuesta de la universidad, fue la gota que derramó el vaso para el estudiante de postgrado, Jonathan Butler. Butler había organizado y participado en muchas demonstraciones hasta ese entonces. El decidió hacer una huelga de hambre indefinidamente hasta que el presidente de la universidad, Tim Wolfe, resignara a su puesto. Apoyando a Butler, el equipo de futbol americano después anuncio que no practicarían ni jugarían hasta que Wolf resignara. Muchos estudiantes se unieron para apoyar las protestas. Butler terminó su huelga de hambre que duró una semana después de que Wolfe resignó a su puesto.
En medio de las protestas estudiantiles en Missouri, otra controversia surgió cuando manifestantes intentaron imponerles acceso a los medios de comunicación a la parte del campus donde estaban acampando por días. El fotógrafo estudiantil Tim Tai, que estaba reportando para ESPN, fue rodeado y enfrentado por manifestantes, incluyendo trabajadores de la universidad, que no querían que los medios de comunicación entraran a lo que ellos consideraban un “espacio seguro.” Tai estaba tratando de documentar las protestas en espacios públicos, notando, “La primera enmienda constitucional es la que protege nuestro derecho de estar tu ahí y yo aquí …La ley nos protege a ambos.” El video que capturó este incidente se difundió ampliamente y generó un debate más amplio sobre la libertad de expresión en el contexto de manifestaciones en Missouri, Yale, y otros campus universitarios. Periodistas, comentaristas, y académicos discutieron la temática de la libre expresión, reflexión, y tolerancia en las discusiones entre activistas y administradores universitarios.
El periodista Terrell Jermaine Starr, en defensa de los manifestadores, escribió: “Esto no tiene nada que ver con el carácter de Tai o su integridad periodística; él simplemente estaba haciendo su trabajo… pero los periodistas también deben tener la responsabilidad de tratar de entender y respectar [a los manifestantes y su] dolor…” Starr agregó: “Comunidades que históricamente han sido marginalizadas y representadas injustamente por los medios tienen buenas razones para no tenerles confianza a los periodistas: Ellos comúnmente criminalizan el dolor de las personas Afroamericanas y sus resistencia a la opresión racial.” Suzanne Nossel, la directora ejecutiva del centro Americano PEN, defendió la libre expresión como un aspecto esencial para la justicia social: “[Sin] la libertad de expresión, los “espacios seguros” que los estudiantes desean crear rápidamente los asfixiarían. Movimientos sociales deben evolucionar o se estancan. La evolución ideológica como también estratégica requiere la habilidad de aceptar diferencias. Similarmente, los defensores de la libre expresión no ganaran con ignorar o tratar a los estudiantes disidentes como niños insolentes. …El movimiento de Black Lives Matter y las manifestaciones en los campus universitarios son esfuerzos que buscan impulsar la equidad racial en áreas importantes en las que hemos estados estancados. La libertad de expresión es esencial para esos objetivos.”
Escribiendo del incidente en Yale, el periodista Conor Friedersdorf sugirió que la intolerancia de los estudiantes activistas a otras perspectivas podría fomentar la censura. Escribió que, “[Los estudiantes] tiene plena libertad de hablar sobre su sufrimiento. Algunos sintieron el derecho de hacer aún más, y esto fue lo que prolongó el debate.” El columnista Nicholas Kristof habló sobre la importancia de la libertad de expresión en el contexto universitario: “Los manifestantes en Mizzou y Yale como en otros lugares hicieron un punto legitimo: Las universidades deben hacer lo posible para que todos los estudiantes se sientan seguros y partes de una comunidad universitaria. Los miembros de minorías raciales—ya sea Afroamericanos o poblaciones trans o (en muchos campus) evangélicos conservadores—deben sentirse parte de sus comunidades, y no que no son bienvenidos.” El politólogo Danielle Allen, por otra parte, describió el debate sobre la libertad de expresión como una distracción de los temas claves que surgieron a raíz de las manifestaciones. Allen escribió, “Los temas relacionados a la libertad de expresión son importantes también, pero están desviando a la gente de los temas que son realmente urgentes. …El tema que está al centro de todo esto es cómo podemos lograr la equidad social.”