Egil “Bud” Krogh era un abogado joven que trabajaba para la administración de Nixon a finales de los años 60s, y a principio de 1970 como asistente diputado del presidente. El analista militar Daniel Ellsberg filtró los Documentos del Pentágono, los cuales contenían información delicada sobre el rendimiento estadounidense en la guerra de Vietnam. El Presidente Nixon le había asignado a Krogh impedir la divulgación de información de alto secreto. El asistente de asuntos del interior de Nixon, John Ehrlichman, ordenó a Krogh que investigara y desacreditara a Ellsberg, agregando que esta divulgación dañaría la seguridad nacional.
Krogh y otros miembros de la administración crearon un equipo secreto que después se conocería como los “plomeros” (que pararían la fuga o divulgación de datos), bajo la supervisión de Ehrlichman. En septiembre del 1971, los plomeros embarcaron en su primera entrada forzada a las oficinas del psiquiatra de Ellsberg, buscando documentos que podrían desacreditar el testimonio de Ellsberg basado en su salud mental. Reflejando sobre la junta donde se acordó y aprobó esta primera entrada forzada, Krogh después escribiría que, “Yo escuchaba cuidadosamente. En ningún momento yo o cualquier otra persona preguntaría si la estrategia era necesaria, legal, o moral. Todos estábamos convencidos de que estábamos respondiendo a una crisis legítima de seguridad nacional, y nos enfocamos en la logística de la operación: quién haría qué, cuándo, y dónde.”
La entrada forzada no sólo fue ilegal sino también poco eficaz. No se encontró nada que podría poner en duda el testimonio de Ellsberg. Además, la relación entre esta entrada forzada y la administración de Nixon quedaron cementadas y fácilmente comprobadas en comparación de los vínculos entre Nixon y Watergate. Krogh después se declaró culpable por su parte en la entrada forzada y fue sentenciado a 2-6 años en prisión. En su sentencia, Krogh explicó que la seguridad nacional es “sujeta a una gran diversidad de definiciones, lo cual hace sumamente importante llegar a una definición concreta de lo que implica la seguridad nacional en sus diferentes instancias.” El juez Gesell, que sentenció a Krogh a 6 meses de prisión y otros dos años de libertad condicional no supervisada, dijo, “En aceptar culpabilidad no has intentado, aunque lo podrías haber hecho, de echarle la culpa a otros que iniciaron y aprobaron el plan. Se te hizo responsable de una operación totalmente ilegal por personas en un nivel más alto en el mando de poder, y tú lo llevaste a cabo por una combinación de lealtad y vanidad, lo cual comprometió tus obligaciones como abogado y servidor público.”
Krogh, gracias a que cooperó con la fiscalía de Watergate y nunca pidió clemencia, cumplió sólo cuatro meses y medio de su sentencia. La suprema corte del estado de Washington inhabilitó a Krogh en 1975, pero este peticionó a la corte para que se le dejara ejercer en 1980 y se hizo socio del bufete legal en Seattle, Krogh & Leonard. Krogh ha pasado los últimos 45 años promoviendo educación legal ética y escribiendo sobre el tema de la integridad. En un artículo que escribió para The New York Times en el 2007, dijo, “Al final me di cuenta que lo que había pasado en la administración de Nixon fue la falta de integridad personal. Sin ella, fallamos al no lograr entender los límites constitucionales del poder ejecutivo y la obligación de acatarnos a la ley.”