La trampa altruista es cuando hacemos trampa en beneficio de otra persona.
Los estudios muestran que las personas son más propensas a hacer trampa cuando el acto ayudará a otros (así como a ellos mismos), o incluso a otros en lugar de a ellos mismos. Debido a que la mayoría de las personas se quieren pensar buenas personas, es más fácil para ellos racionalizar sus malas acciones cuando benefician a otros.
Por ejemplo, los padres involucrados en el escándalo de “Varsity Blues” sobornaron a entrenadores atléticos en prestigiosas universidades para ayudar a sus hijos a ser admitidos. Los padres probablemente no habrían pagado esos sobornos para ayudarse a sí mismos. Pero al decirse a sí mismos que lo estaban haciendo por sus hijos, el engaño parecía estar bien. Y los padres ignoraron el estatus y el presumir del que disfrutaban cuando sus hijos fueron admitidos a las mejores escuelas.
De manera similar, los estudios muestran que los estudiantes tienen más probabilidades de hacer trampa (aunque saben que está mal) cuando pueden decirse a sí mismos que están ayudando a un amigo o compañero de clase.
Como advierte el profesor de derecho Donald Langevoort, “uno de los incentivos más potentes para hacer trampa es el servicio a los demás”. Esta racionalización es una pendiente muy resbaladiza y debería servir como advertencia para todos nosotros.