Escrito y narrado por
Robert Prentice, J.D.
Business, Government & Society Department
McCombs School of Business
The University of Texas at Austin
El sesgo egoísta es la tendencia psicológica que tienen las personas a recopilar información, procesarla e incluso recordarla de una manera que promueva sus propios intereses. El sesgo egoísta influye en todo tipo de decisiones que tomamos, incluidas las morales.
Debido al sesgo egoísta, incluso cuando hacemos todo lo posible por ser justos e imparciales, nuestros juicios se ven inevitablemente (y a menudo inconscientemente) ensombrecidos por nuestro propio interés, generalmente de maneras que parecen indefendibles para quienes ven la situación objetivamente. .
El sesgo egoísta influye en cómo vemos e interpretamos el mundo que nos rodea. Por ejemplo, las investigaciones muestran que cuando se mostró una película de un duro partido de fútbol a los fanáticos de las dos universidades involucradas (Princeton y Dartmouth), los fanáticos procesaron esta información de manera diferente. Los fanáticos de Dartmouth en su mayoría concluyeron que los jugadores de Princeton comenzaron el juego duro. Y los fanáticos de Princeton concluyeron exactamente lo contrario.
Los estudios también muestran que los jugadores de baloncesto que han tenido un buen juego tienden a atribuirlo a su propio trabajo duro y capacidad. Pero los jugadores que han tenido un mal partido tienden a atribuirlo a un mal arbitraje, o a entrenadores que no ordenaron las jugadas por ellos, o a malas jugadas de sus compañeros.
El sesgo egoísta puede afectar negativamente nuestras decisiones y acciones éticas. Por ejemplo, las investigaciones muestran que las personas que hacen trampa en un juego o concurso tienen muchas más probabilidades de olvidar las reglas que infringieron mientras recuerdan las reglas que siguieron. Su memoria selectiva les permite seguir considerándose buenas personas a pesar de haber hecho trampa.
Como explica David Solomon, un estudioso de las finanzas conductuales, “nadie es nunca el villano de su propia narrativa. Entonces, si alguien toma acciones que amenazan con presentarlo como una mala persona, es más probable que cambie su opinión sobre lo que está bien y lo que está mal, en lugar de cambiar su opinión sobre sí mismo”.
No importa cuán bien intencionados seamos, el interés propio inevitablemente nublará nuestro juicio ético. Por ejemplo, un actor clave en el plan de robo ilegal de señales de los Astros de Houston dijo: “Sentíamos en el fondo de nuestro corazón que estábamos siendo más eficientes e inteligentes que cualquier equipo. Así nos sentimos”. Todos los demás vieron sus trampas como lo que eran, pero el sesgo egoísta hizo que los jugadores de los Astros vieran sus trampas como simplemente “ser inteligentes”. En otras palabras, el sesgo egoísta hace que lo que parece ser mejor para nosotros se convierta en lo que realmente creemos que es mejor.
Es absolutamente fundamental protegerse contra el sesgo egoísta. Y es importante recordar que cuanto más esté en juego para nosotros, más probabilidades tendremos de dejarnos llevar por el sesgo egoísta. Además, cuanto menos ciertos sean los hechos y más subjetiva sea la decisión, más probable será que seamos influenciados por el sesgo egoísta. Por eso, antes de actuar, sería prudente ver nuestra decisión a través de los ojos de los demás.