Las reservas de petróleo y gas en mar abierto, particularmente en la costa de Alaska, California, Luisiana, y Texas, representa la porción más grade de suministro de petróleo y gas en los Estados Unidos. En agosto del 2015, el Presidente Obama autorizó a la empresa de Royal Dutch Shell expandir excavación a lo largo de la costa noroeste de Alaska. Esta decisión mostró las diferentes, y en ocasiones contradictorias, posiciones con respecto a la expansión de la exploración petrolera en mar abierto.
Los proponentes de la exploración petrolera en mar abierto dicen que el abrir esta fuente de reservas petroleras en el Ártico ayudarían a proteger los intereses de la seguridad nacional de los EU, promover el crecimiento económico y laboral, como también ofrecerle a los estadounidenses una fuente segura y confiable de provisión petrolera. Según Robert Bryce, investigador principal del Instituto de Investigación de Políticas Públicas de Manhattan, existen “cantidades enormes de recursos energéticos renovables en el Ártico. El Ministro de Energía estima que hay alrededor del equivalente de 400 mil millones de barriles de gas natural y petróleo. Esto representa cuatro veces la cantidad de las reservas de petróleo crudo de Kuwait.” Visto desde esta óptica, la excavación en el Ártico representa una manera para que los estadounidenses puedan disminuir su dependencia de petróleo extranjero y crecer economías locales al crear empleos y suministrar petróleo a bajo costo.
El punto de vista contrario se basa en la idea de que la excavación petrolera en mar abierto representa un riesgo enorme al medio ambiente y consolida la dependencia de fuentes energéticas sucias y malas para el ambiente. Los que se oponen a esta práctica dicen que las actividades industriales asociadas con la exploración petrolera en el Ártico pueden dañar a los animales que son nativos a esa área, incluyendo osos polares, morsas, focas, y ballenas que ya se ven afectadas por el cambio climático y niveles de mar. Activistas ambientales argumentan que las empresas petrolearas no han mostrado tener la capacidad de limpiar los derrames de petróleo en el agua que obstruyen el hielo. Además, dicen que la excavación de petróleo solo perpetúa una economía que depende de combustible fósil y que contribuirá peligrosamente al aumento de temperaturas globales, las cuales empeoran el cambio climático.
“El otorgarle permiso a Shell de excavar en el Ártico fue una mala decisión pero esta batalla no se ha terminado,” dijo Michael Brune, el director ejecutivo de Sierra Club. “Las personas seguirán exigiéndole al Presidente Obama que proteja al Ártico y nuestro medio ambiente.”